martes, 24 de noviembre de 2009

Tiro al pingüino, deporte cordobés


Foto: Daniel Cáceres

(Por Raúl Viarruel)

(Fragmento de un informe sobre la "fobia K" cordobesa)

Córdoba odia a los Kirchner. ¿Cuáles son las razones para que nuestra provincia sea el escenario principal de la fobia K? Fobia u odio que si pudieran expresarse como metáfora deportiva, podrían servir para crear una nueva disciplina, el “tiro al pingüino”.
Desde el Gobierno provincial, las críticas hacia el poder central se apuntalan en razones económicas y justificadas que no son novedosas. La principal es el reparto de los fondos nacionales, transformada por Juan Schiaretti en un caballito, de batalla en tiempos electorales o de ajedrez para la negociación (como ocurre por estos días de aparente tregua).
También podrían inscribirse razones de la política partidaria, con la siempre presente interna justicialista. El amplio abanico ideológico peronista -en el discurso y en los hechos- ha encontrado, por ejemplo, a los Kirchner y a José Manuel De la Sota, casi siempre, en veredas opuestas, por conveniencia o convicción.
Desde la oposición, el esquema vino de perillas para ejercitar su rol favorito, con figuras políticas como Oscar Aguad, Luis Juez y Ramón Mestre, que explotaron a fondo todas las fallas y contradicciones del “modelo kirchnerista”. Párrafo aparte, a ninguna de estas figuras de la oposición les importó dejar a un lado su supuesto carácter “progresista” para compartir el coro de sectores históricamente sectarios, como la Sociedad Rural Argentina, en busca de lograr figuración.
¿Cuáles son las responsabilidades del Gobierno nacional? Uno de los temas centrales es el manejo discrecional que se ha practicado en materia de presupuesto, con arbitrariedad y mano de hierro, porque la bendita “caja” ha servido, desde hace mucho tiempo y hasta el presente, para premiar lealtades o castigar su falta.
No menos cierto es el carácter histórico y casi fundante de dichos manejos, fruto de la conformación radial y anti-federalista que ha asumido la República desde su génesis. De allí en más, los desencuentros de la etapa actual del Gobierno provincial con el poder central han sido más que frecuentes.
Fondos para la Caja de Jubilaciones, el Programa de Asistencia Financiera (PAF) o los subsidios al transporte, encabezan el ranking de la queja. Aunque muchos aseguran que nunca llegaron tantos fondos nacionales como en esta última etapa.

Imagen atípica: CFK aclamada en Córdoba

(Anfiteatro de Villa Dolores, 29/1/2009)

Foto: Ulises Rojas



Tres planos políticos

Pero importa, fundamentalmente, analizar el rol de la sociedad cordobesa en este “rechazo K”. Para el encuestador Luis Dall´Aglio, de la consultora política Delfos, las razones del declive de la adhesión al matrimonio Kirchner en Córdoba tienen un claro derrotero.
“Nosotros siempre planteamos una matriz para analizar el proceso político, que tiene tres planos -explica Dall´Aglio-. Un núcleo, que es la esencia del poder, tiene que ver con la utilidad de ese poder, con un aspecto absolutamente racional: si me sirve o no me sirve. Un segundo plano, es el de la identificación política con el pensamiento del dirigente. Es decir, su metodología, el procedimiento político. Por último, aparece la estética política”.
La aceptación de la política kichnerista en Córdoba muestra, según el análisis estadístico, una clara curva descendente, desde su instalación en el poder y hasta el presente. Las cifras parecen indicar un camino lineal desde aquel “plano útil” positivo (2003), que se basaba en una economía por entonces estable, beneficios sociales y ciertas mejoras en la calidad institucional, hasta que afloran la “metodología” y la “estética política” negativas (2008 y 2009), en el contexto de la complicada relación política entre Nación y Provincia, el conflicto del campo y las recientes elecciones legislativas.
Sin embargo, Ese proceso, común a lo que ocurrió en buena parte del país, tiene en Córdoba sus condimentos propios. En su lectura política, Dall´Aglio apunta: “Córdoba, por sus características idiosincrásicas, ideológicas y de pertenencia partidaria, siempre fue una provincia conservadora. Por eso quizás se manifiesta antes que en Rosario o en la Capital Federal. Y esto ocurre puntualmente con el peronismo, porque Córdoba es una provincia radical. Es no-peronista, siempre tuvo una cosa reactiva con el peronismo. Tuvieron que pasar 25 años para que el peronismo volviera al poder, disfrazado de una fuerza de centro derecha, con De la Sota y su Unión por Córdoba. Es decir, que los cordobeses no se dieran cuenta que estaban votando por el peronismo”. “Yo creo, entonces, que el ‘odio K’ parte de ingredientes que le son propios”, finaliza.

(...)


(Versión completa en revista MIX - Hecho en Córdoba)

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