martes, 24 de noviembre de 2009

El nuevo César y los Asterix latinoamericanos



Ilustración de Juan Blondont

(Por Alexis Oliva)
Asterix el Galo cumplió 50 años el 29 de octubre. La genial historieta francesa, creación del guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo, apareció por primera vez en 1959 para relatar las aventuras de Asterix y Obélix, entrañables habitantes de una aldea de rebeldes galos, que fortalecidos por una poción mágica desafiaban al Imperio Romano. “Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor”, afirma el texto que presenta cada edición.

No parece casual que Asterix haya nacido el mismo año de la revolución que derrocó al dictador Fulgencio Batista e instaló en Cuba un régimen socialista y antiimperialista, en el mismísimo patio trasero de los Estados Unidos. Años después, caería el Che Guevara en Bolivia, así como cayó el jefe galo Vercinguetórix derrotado por Julio César en Alesia; pero Cuba, como la aldea de Asterix, sigue -contra todos los pronósticos- resistiendo a ese invasor norteamericano que fracasó en la incursión a Bahía de Cochinos y en su estrategia de bloqueo comercial.


Pero ocurre que por estos días el “invasor” norteamericano ha cambiado de rostro. Ya no está ese Nerón del siglo XXI que fue George W. Bush. Lo ha reemplazado un Barack Obama que no encuadra en el arquetipo del emperador tiránico, que posee lucidez, sensibilidad, carisma y hasta el color de la piel de aquellos esclavos gladiadores que regaban con su sangre la arena del Circo Romano.

(...)

En el razonamiento que se intenta instalar, líderes como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales acaso conservaban cierta legitimidad y razón de ser frente al imperialismo explícito y brutal de Bush. Ahora, habiendo pasado éste a la historia como un emperador decadente, se nos muestra a Cuba como la aldea de irreductibles galos, a Chávez como un bárbaro caribeño y a Morales como un huno salvaje, como la patética encarnadura de resistencias folclóricas y anacrónicas frente a un Obama, que -auguran- será un Augusto que impondrá una pax norteamericana de una forma más civilizada que su antecesor.

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(Versión completa en revista MIX - Hecho en Córdoba)

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